Historia del municipio
Villaquejida en la historia (4/4)
La villa se dividía en cuatro barrios: el de arriba, el de abajo, el de Santa Colomba y el de San Juan. Dos eran las parroquias a mediados del XVIII: la de Santa Colomba, hoy desaparecida pero que en 1931 fue declarada Bien de Interés Cultural, y la de Santa María de las Eras.
Según el Catálogo de M. Gómez Moreno, Santa Colomba conservaba en su portada elementos mudéjares que podían clasificarse como medievales aunque el autor propone el XVI como momento constructivo.
Por lo que respecta a la iglesia parroquial de Santa María de las Eras, a ella se encontraba adosada la capilla del Santo Cristo de Villaquejida, de honda raigambre y devoción no sólo en este lugar sino en toda la Tierra de Campos leonesa, palentina, vallisoletana y zamorana tal y como atestiguan numerosas donaciones testamentarias a favor de dicha capilla durante la etapa moderna, algunas singularmente ricas.
Acerca del propio edificio de Santa María, debemos indicar que su portada clásica de orden jónico, se sitúa cronológicamente en el primer renacimiento. En ella se custodia la imagen del Santo Cristo, perteneciente a la escuela castellana, cuya talla actual ha de datarse a principios del s. XVI. El retablo mayor, por su parte, es de 1775 y se doró en 1782. De la iglesia medieval procede la tulia de Santa María de la Sede, gótica-flamenca, representada de pie, una imagen de San Blas, de pequeña proporción, representado con la mano en la garganta, y otras esculturas del siglo XIII. Por su parte la talla de la Quinta Angustia procede del s. XVI aunque ha sido repintada en numerosas ocasiones. De esta misma centuria son las imágenes de San Pedro y San Pablo.
Además de la capilla del Santo Cristo en la villa se encontraban, a mediados del XVIII, las de San Antonio Abad y San José. En cuanto a las capellanías se documentan las de San Francisco de Asís, la Gallega, los Losada, los Matachana, los Calderones y el Santísimo Sacramento, esta última contaba entre sus posesiones con catorce viñas y una bodega capaz de albergar 1700 cándaras, señal inequívoca de su potencial económico.
La documentación plenomedieval recuerda, en una donación real de 1099, la existencia de una iglesia bajo la advocación de San Vicente que se encontraba dentro de las posesiones del cercano monasterio de Santa María de Algadefe, cenobio que se incorporó en la fecha aludida al cercano y poderoso centro de Eslonza. Desgraciadamente apenas disponemos de más testimonios anteriores a la Edad Moderna que recuperen la memoria de esta iglesia, desaparecida durante la etapa de los Austrias Mayores.
Siguiendo con la presencia eclesiástica en la villa debemos dejar constancia de la existencia en estas fechas de diez cofradías: la del Rosario, San Román, la Magdalena, San Martín, Las Ánimas, Sto. Toribio, Santísimo Sacramento, los Mártires, San Roque y la Vera Cruz.
La pujanza de la villa a comienzos de la etapa contemporánea creó la necesidad de dotarla de un maestro de primeras letras cuyo sueldo quedó estipulado en 550 reales al año. El primero conocido de este momento histórico es Mateo Villamandos, residente en la calle de las Cuevas, en el Barrio de Abajo.
Uno de los hijos de la villa que ha dejado el nombre del lugar que le vió nacer más allá de la pura notación histórica, fue Santo Toribio de Mogrovejo.
Nació el santo el 16 del 11 de 1538 en Villaquejida, tal y como se recuerda en los expedientes del prelado tanto en España como en el virreinato del Perú. Sin embargo Villaquejida disputa su paternidad junto a Mayorga si bien e! nombre de Villaquejida consta en la todos los expedientes gestados por el santo o redactados pocos años después de su muerte. Excepto uno: el libro de Grados conservado en el Archivo Universitario de Santiago (años 1568- 1588, folio 6) donde se nos indica que era de la villa de Mayorga. Pero si aparece en esta única ocasión frente a las decenas de referencias a Villaquejida, solar de la familiar materna del prelado, se debe, únicamente, a que en aquel lugar pasó parte de su adolescencia pues en ella vivía su padre que era regidor del lugar.
Quizás su actividad más destaca la realizó en América, en el Virreinato del Perú, donde tomó posesión del obispado de Lima y a donde acudió con su hermana Grimaneja Mogrovejo, su cuñado, el Maestre de Campo Francisco de Quiñones y Villapadierna, y sus sobrinos. Allí sirvió en numerosas ocasiones como fiel de la balanza y garante de la paz y la justicia en medio de un turbulento mundo de intrigas, abusos de poder y tratos vejatorios a los indios. Por su bondad, sapiencia e inteligente generosidad, el obispo pronto adquirió fama de venerable y, después de su muerte (1606), de santo. Sus virtudes le convirtieron en el vástago más ilustre y recordado de Villaquejida.
